Rodrigo Juan García es -entre otras muchas cosas- el autor de una sección de referencia en el diario EL PAIS. Con su blog “Escuelas en Red” [https://elpais.com/agr/escuelas_en_red/a] ha sabido mostrar durante años las prácticas más innovadoras y comprometidas en educación. Su trabajo demuestra que decenas de docentes apuestan por una educación comprometida con el cambio.
Su trayectoria viaja siempre comprometido con la defensa de los derechos del menor y la educación como asesor en la oficina del defensor del menor o -actualmente- como técnico de la Dirección General de Educación Infantil, Primaria, Secundaria y Bachillerato. Hace algunos años tuvimos el honor de que nos dedicara algún espacios al proyecto de ESTANCIAS en MARRUECOS [https://elpais.com/agr/escuelas_en_red/a y http://blogs.elpais.com/escuelas-en-red/2015/03/cambia-la-mirada.html ].
Hace algunas semanas tuvimos la fortuna de compartir con él el estreno de “Dentro del péndulo” [https://www.cinetecamadrid.com/programacion/dentro-del-pendulo] y ahora es un honor recibir su apoyo a este emocionante proyecto.
La formación de la profesión y tarea de educar necesita sensaciones y comportamientos que las alejen de cualquier ‘ejercicio sin alma’. Reducir la función educadora a una actuación técnica es algo que no nos podemos permitir.
La tarea educadora, coincidiendo con nuestro referente Paulo Freire, necesita de cualidades como: la humildad para entender que ‘nadie lo sabe todo, nadie lo ignora todo y que todos sabemos algo, todos ignoramos algo’; la confianza plena en la capacidad de aprender de los educandos; el cuidado de la relación educativa y del propio proceso de enseñanza y aprendizaje, en su rigurosidad, utilidad y sentido; y la valentía de sentirse comprometida en la transformación de la realidad, la búsqueda de la justicia, el equilibrio ecológico y el comportamiento moral.
Esta acción educadora precisa, además, tolerancia para convivir y aprender con y del diferente; claridad de propósitos e integridad ética y alegría de vivir la construcción de una escuela que no debe tener miedo al riesgo, que se opone a la inmovilidad y que nunca enmudece.
Se podría pensar que esta enumeración es solo eso, un enunciado de buenos deseos. Nosotros, sin embargo, la consideramos un marco de referencia para identificar lo que es o no indispensable en la formación de educadoras y educadores.
No nacemos con estas cualidades, se aprenden y se incorporan en la práctica relacional. La creación de escenarios que propicien relaciones de calado entre educadores y educandos se hace, por tanto, necesario. Necesitamos trascender la mera asistencia al aula en la que aspirantes a educadores reciben consignas de un formador.
Algunos docentes así lo han entendido y han puesto manos a la obra, ideando y creando nuevos formatos de aprendizaje. Desde esta convicción surge la iniciativa de las estancias formativas del equipo LABinE. Nos referimos a la configuración de nuevos entornos formativos que hacen de la preparación de los educadores una práctica profesional vital y así lo podemos observar leyendo el ‘diario de viaje 2020’, que relata la estancia de un grupo de futuros educadores en la ‘Escuela de Don Bosco’ en Jhajjar (India). En este diario aparece escrito... “No sé ni qué siento, pero si de algo puede estar segura, es de que quiero estar aquí, con ellos, todos los días posibles. Porque sus almas han completado la mía”.
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